Puerto de Arenillas

En 1594 se llevó a cabo la construcción del muelle y el embarcadero en Arenillas, junto a la ría de Oriñón, cuya desembocadura se orientaba hacia Islares, a diferencia del recorrido actual. Además, se realizó la calzada que iba desde la Cruz de Arenillas hasta el camino que llevaba a Guriezo.

Esta obra demuestra el interés que Castro Urdiales tenía por controlar la entrada de la ría de Oriñón, donde se encontraba un molino harinero de marea y el paso de la barca y a donde llegaba la vena de mineral procedente de Somorrostro, que se empleaba en las ferrerías de Guriezo, lo que convertía a aquel lugar en una importante fuente de ingresos para la villa castreña.

Vista aérea del puerto de Arenillas en Islares
Vista aérea del puerto de Arenillas en Islares

El sencillo diseño del muelle, realizado por el maestro de cantería Nicolás de Hazas, se enmarcaba dentro del mundo tradicional de la cantería, lejos de los conocimientos de la ingeniería que a finales del siglo XVI se aplicaban a la construcción de la mayoría de los puertos del Atlántico y del Mediterráneo.

La obra se contrató con Juan de Hontañón, vecino de Suesa, por 148 ducados y medio, aunque la realizó a medias con el también maestro de cantería Miguel del Cagigal, que había finalizado el puente de Brazomar. Además de la fábrica del muelle y de la calzada de Arenillas, Miguel de Cagigal contrató la obra de un tramo del camino de Oriñón, a la altura del lugar denominado “Riomolino” por un total de 102 ducados, que realizó siguiendo las condiciones de obra redactadas por él mismo.

Durante el siglo XVII trató de mantenerse en buen estado. En 1615 Juan Gutiérrez de Sonavia reparó el embarcadero y calzada, recibiendo del concejo 7.480 maravedís. En 1659 el maestro de cantería Pedro Gutiérrez y tres oficiales de cantería y carpintería aderezaron el muelle y la calzada nuevamente, contribuyendo a la obra el lugar de Islares. Ya en 1667 Simón Martínez recibió 19.686 maravedís por un paredón que había fabricado en la calzada del lugar de Islares.

Finalizando el siglo XVII el estado de la calzada y del muelle empeoró. El embarcadero se encontraba arruinado en 1673, pues el mar lo había desmoronado, impidiendo el paso de personas y mercancías. El maestro de cantería Diego de Mioño pasó a reconocerlo, para proceder a su reedificación.

En 1697 el concejo de Castro Urdiales informó al procurador de Islares que había muchos pasos en la calzada de Oriñón que presentaban muy mal estado, resultando peligrosos, por lo que convenía arreglarla. Pidieron a los vecinos de aquel lugar que se encargasen de las obras, pues se encontraban más cerca de la calzada que los vecinos de Castro Urdiales y lo frecuentaban más.

Así pues, al mal estado que presentaban los muelles al finalizar el siglo XVII se sumaron las deficiencias en el camino costero, contribuyendo al estancamiento de la villa.

Hay testimonios de arriendos de chalupas o pinazas (pequeñas embarcaciones) para la pesca de bajura, o para el transporte de carbón hacia la ferrería de Guriezo, y de hierro desde la ferrería hasta el puerto de Arenillas, desde donde se trasladaba bordeando la costa hacia Castro Urdiales y Bilbao. Uno de los topónimos de Arenillas certifica la existencia de este comercio, se trata de “Las Escorias”, donde probablemente se vertían las virutas de mineral desechadas.

Con la apertura del camping, y el auge del turismo en España, Arenillas se convierte en un espacio adaptado al ocio, abriéndose varios restaurantes como el Rompeolas, Erillo, o el Langostero. Este último siguió empleando los viveros naturales de marisco del puerto de Arenillas.

La pequeña playa de Arenillas desaparece con la pleamar, y en bajamar se conecta con la de Oriñón, permitiendo un paseo hasta la punta que lleva a Sonabia. Durante los meses estivales, el pequeño puesto de la cruz roja permite que los socorristas velen por la seguridad de los bañistas.