La hoy derruida ermita de Santa Ana estuvo en uso hasta los años 60 del siglo pasado. Se trataba de una sencilla construcción de una sola nave con un altar bajo una bóveda de yeso recubierto.
Anualmente, cada 26 de Junio, por la festividad de la patrona de Santa Ana se llevaba en procesión su imagen hasta la ermita, situada en la parte este del pueblo.
El abandono y la fulminante caída de parte del techo de madera hizo que se abandonara como recinto de culto.
Durante las cuatro últimas décadas zarzas e incluso árboles crecieron en su interior. La limpieza del habitáculo cuyos únicos restos visibles son el altar, algunas columnas y parte del arco que sostenía la bóveda, ha permitido tomar fotos de lo que fue el tercer lugar de culto de Islares.