Caleros

Los caleros, son construcciones en piedra generalmente cilíndricas de unos tres o cuatro metros de altura y una capacidad interior de tres a cinco metros cúbicos. Su finalidad es la producción de cal viva por calcinación de la roca caliza.

Islares dispone de al menos tres caleros localizados y distribuidos por la geografía islareña (El Calero, Las Troneras, y la Atalaya). Con la elaboración de cal se obtenía el mortero o argamasa necesaria para la construcción de edificios sólidos. Con este fin se utilizaron sus propiedades de volver a adquirir dureza en contacto con el anhídrido carbónico del aire en un proceso simétrico al de su obtención, desde hace varios miles de años. Se puede comprender sin dificultad la proliferación de caleros cuando predomina la roca calear como en el caso de la orografía cántabra.

La cal apagada desleída en agua, es lo que constituye la lechada de cal, que tradicionalmente se ha utilizado para recubrir las paredes de las casas. La cal apagada es una base fuerte, que absorbe con intensidad el anhídrido carbónico del aire, recubriéndose de una película blanca de carbonato de cal . Esto es lo que ocurre cuando dejamos secar la cal después de extenderla por la pared. Esta película tiene un marcado color blanco y resulta impermeable al agua, siendo este el motivo del uso tan extendido de la cal para recubrir tapias y fachadas.

Durante los siglos XIX y el XX, se empleó en procesos industriales como: la preparación de crisoles, como fundente, en labores metalúrgicas y de alfarería; en la elaboración de productos como la sosa, la potasa, el azúcar y el amoníaco; en el curtido de pieles; en la obtención de cal sodada empleada en estudios fisiológicos; como materia prima en la fabricación de vidrio; en el tratamiento de aguas y vertidos industriales; etc.

El proceso de la cal 
Una vez almacenada la cal en el horno, comenzaba el proceso de elaboración. Las rocas grandes de cal se rompían a mano con un martillo para dejarlas con un tamaño de unos diez centímetros, nunca mayor porque si no quedaba el centro crudo. Posteriormente se crea una capa de ramaje seco en el fondo del calero y encima unos troncos de leña para que prenda la llama mejor.

Encima de la leña se añaden cestas de carbón de piedra y luego la piedra de cal y a continuación se va colocando alternadas una capa de piedra de cal y otra de carbón, siempre con la precaución de no arrimar el carbón a las paredes del horno porque podía producirse una fundición y no dejaba bajar la piedra ya quemada.

Una vez “cargado” el horno se procedía a su encendido y al cabo de cinco días ya estaba el fuego en la parte más alta del horno. Esta señal indica que la piedra está lista para sacar por la parte inferior mientras que por la superior se iba añadiendo piedra mientras el fuego estuviese activo.

La llegada de nuevos productos como el cemento y el yeso y más aún con la industrialización hizo que el oficio del “calero” desapareciera.