Historia de Islares

La situación de Islares durante la Baja Edad Media se encuadra dentro de la Lucha de linajes de los banderizos vascos. Tenemos constancia de los enfrentamientos entre las facciones de Oñacinos y Gamboinos a través del Libro de las Bienaventuranzas de Lope de Salazar. Los conflictos derivaban casi siempre de los abusos y desmanes en el robo del ganado bovino y de los frutos de los viñedos de Islares.

El mismo Lope García de Salazar participa en la compra de las viñas y la edificación de casas en Islares como constata el Libro de las Bienaventuranzas de Lope de Salazar.

Libro XXI
Este Lope Garçía de Salazar ganó a Sant Pedro de Galdanes, aunque su padre lo ganó para él, seyendo él moço, de diviseros, e ganó la meatad de Sant Viçente de Varacaldo de diveseros. E ganó a Sant Llorente de Virbuxillo, que era de su patrimonio, e ganó del Rey en tierra a Sant Miguel de Aedo (e) a Sant Andrés de Vianes de Carrança e los marços e morcueros d’ella e de mortueros de Sopierta e de Galdames e de Somorrostro e el alcaldía de Sopuerta. E ganó diez mil maravedís en los derechos de la prebostad de Portogalete, más de lo qu’el padre dexó en ella. E conpró la merindad de Castro a Ferrand González de La Marca, que la tenía en merçed del Rey, e asentóla en tierra en los libros de Vizcaya. E fizo las ferrerías e casas de Carrança e los molinos e mançanales; edeficó e conpró las casas d’Eslares e de Çerdigo e la torre de Vitoria e viñas d’Eslares e de Castro. E conpró la torre e azeñas de Velmonte a Ferrand González de La Marca e conpró los çinco quintos de la ferrería del Arenado a sus hermanos e conpró las tres partes del solar e casa e camino de Sant Martín a erederos de su agüelo; e conpró en torno d’él los solares del ospital e de Martín de Savabardún, donde, cortando las viñas, plantó de árboles por anobleçer la casa. E conpró el solar de Juan de la Carrera e el de doña Inés de Memerea e fizo la casa e torre e palaçios de Sant Martín e las ferrerías de los vados e molinos. E la ferrería de Urduñedigieta conpróla e fizo la ferrería de Achuriaga e el camino de // [Fol. 386 r., col. a] Pucheta; e los solares de La Iseca e de Castaños e Valperri e el ochavo de los monesterios e puertos de Sant Martín e de Musques e de Sant Román de Çiérbena. E ganó la peña de Montaño e acreçentó los preçios de las v[iñ]as de segund valían. E defendió los derechos de la prevostad de Portogalete e la descarga d’ella al conçejo de Vilvao por contienda e profidia de rigor e de pleito. E conpró la casa e solar de Aranguren de Salzedo e de doña María Estívaris, muger de Sancho Sánchez de Velasco, e la quarta parte de las azeñas de Longar con sus eredades e molinares e ( ).

El clientelismo, antigua tradición ibérica alcanzó una eficacia alarmante a finales de la Edad Media, favoreciendo considerablemente la creación de bandos. Dicho clientelismo se fundamentaba en la condensación de bandos, ligas de nobles comandada por un “pariente mayor » que se oponía a otra liga

El siguiente extracto relata el estado habitual de enfrentamientos y treguas en los nucleos de la comarca. Hecho interesantísimo es la mención a la familia de “Quintana” de Islares, que ha dado con el paso de los siglos a la denominación de cierto espacio circunscrito de Islares que aún conserva el nombre.

«Estando en estas treguas, tomaron los Marroquines para Sancho Marroquín, fijo vastardo de Juan Marroquín, a la muger de Martín Tomás, que era de los de la Marca, e aposentáronse en su casa en tregua segura. E fue Lope Garçía con sus parientes a Santullán e dende pasó a Çerdigo e los Marroquines desanpararon la casa e fuéronse con la muger, que estava preñada del primero marido, a Samano; e tomó la casa e fue sobre los de Quintana d’Eslares e çercólos e, no esperando socorro, tornáronse de sus treguas e quedaron todos los d’Eslares e de Çordigo por suyos. E fechas treguas, tornóse a su casa, no fallando delante omne ninguno, ca iba poderoso con mil CC omes, que avía en ellos muchas armas.»

Nuevamente encontramos alusión a la familia de los de Quintana en otro capítulo de los Libros de Lope García de Salazar, en el que se produce un conflicto con los vecinos de la zona denominada Morteruelo situada en la parte posterior de la ermita de San Roque:

» Título de la pelea que ovieron los de Morteruelo e los de Quintana en el canpo d’Eslares e de los que morieron
En esta sazón pelearon los Amoroses e Marroquines d’Eslares con los de Morteruelo, que eran todos con Lope Garçía de Salazar, en el canpo d’Eslares, sobre palabras e morió Lope de los Piñales, de los de Morteruelo, e Sancho de Pes, de los de Quintana, e ovo otros feridos. E con esto tornáronse los de Quintana a los Marroquines e a los Amoroses, segund solían, e tomaron las casas de Çerdigo, que solía ser de la forçada, e la de Sancho Avad del Canpo; e con gentes de Samano tomavan e comían e no contavan, asoverviando a los vezinos.»

Esta lucha de bandos es muy común en todo el territorio de la corona castellana, y no sólo se debe circunscribir al territorio de las provincias vascas, aunque la historiografía así lo haya resaltado. La formación de bandos tendrá como consecuencia inmediata, la creación de un complejo sistema social en el que las relaciones de vasallaje que se van a desarrollar establecen un marco jerárquico en el que sobresale la figura del Pariente Mayor, que actuara como catalizador de los intereses y actuaciones del bando. Por debajo del pariente mayor se crearán otros lazos de dependencia tales como los atreguados, relación de dependencia con carácter proteccionista; los encomendados, con vinculación económica mas gravosa; y los acotados, formados por lacayos, malhechores feudales, y bandidos, todos ellos protegidos con la fórmula feudal de la fortaleza. Elemento existente en el marco geográfico de la villa de Castro Urdiales.

Islares no es ajena a tales enfrentamientos y desmanes siendo atacados por el bando de Lope García de Salazar que expulsa al bando de los Marroquines tras constantes luchas que en ocasiones duraban meses, o incluso años.

«Título de cómo Lope Garçía de Salazar tomó las casas d’Eslares e de Çerdigo e puso en ellas a sus fijos
Estos fechos no los oviendo Lope Garçía por buenos, levantó todos sus parientes e fue a Castro e a Çerdigo e fízoles barreras de madera e cavas e garitas e dexó en ellas a Diego de Salazar e a Juan de Salazar, sus fijos vastardos, con cada diez omes, vasteçidos de toda cosa de guerra; e con los que en Çerdigo e en Eslares eran suyos feziéronles guerra de allí en un año e medio e más, que nunca ome Marroquín ni de los que allí [col.b] eran suyos osaron venir a sus casas. E fazíanse mucha guerra por Castro e por Santullán e por todo cavo.»

El siglo XIX comienza con la guerra de independencia que lleva a la invasión de la península por parte de las tropas francesas.

11 de Mayo de 1813, en el marco de la Guerra de la Independencia de España a causa de la invasión napoleónica, Castro Urdiales fue saqueada, destruida e incendiada por las tropas francesas formadas realmente por mercenarios italianos al servicio de Napoleón. Del total de 309 castreños, el barrio de Islares sufrió 11 víctimas, siete mujeres y cuatro varones según el detalle de la carta que Santiago Fernandez, miembro de la corporación municipal de Castro Urdiales remite a Fernando VII .

“… el día 11 de mayo de 1813, la villa de Castro-Urdiales fue reducida a cenizas, y casi todos sus habitantes que se hallaron en ellas a la entrada de la División Francesa que la sitió, fueron pasados a cuchillo por los enemigos sin perdonar al anciano respetable, a la inocente doncella, al enfermo postrado en cama, a la mujer preñada, a las madres que lactaban a sus hijos, ni a la inocencia de los tiernos párvulos, pues todos fueron víctimas del furor y de la atrocidad, de forma que según los estados comprendidos en el manifiesto impreso que se acompaña, resulta que constando la villa antes del fatal acontecimiento de 253 casas, se abrasaron y destruyeron enteramente 120, habiendo quedado sólo 133 casas, únicas existentes:…”

Cuadro del ayuntamiento de Castro donde se ilustra la toma de la Villa por las Tropas francesas
Cuadro del ayuntamiento de Castro donde se ilustra la toma de la Villa por las Tropas francesas

Quedó Castro-Urdiales y por extensión Islares sin historia documental, perdiéndose muchos archivos, entre ellos el de la Villa y el del Cabildo y aquellos otros que se hallaban en poder y custodia de los escribanos locales.

El año 1816 fue especialmente duro respecto a las condiciones atmosféricas. Si atendemos a las fuentes que nos hablan del estado paupérrimo de las cosechas de la región, acentuadas por el estado posterior a la invasión napoleónica y la guerra de independencia podremos llegar a comprender la difícil situación del campesinado de la zona. Los libros de Tazmias, registros contables efectuados por la parroquia local miden las entregas anuales del diezmo de la produción de los campesinos.

Dichos registros pervivirán hasta la supresión del diezmo con la desamortización de Mendizábal y permiten calcular la cosecha anual de un pueblo, el tipo de cultivo o la ganadería criada.

Hecho un estudio comparativo entre las tazmías de los años 1815, 1816 y 1817 en cuarenta localidades cántabras, se puede asegurar, sin ninguna duda, que Cantabria el año 1816 no disfrutó de su habitual verano confortable. Mucho frío, poco sol y excesivas lluvias contribuyeron a reducir las cosechas a cotas de miseria y retrasar su recolección hasta noviembre, ya bien entrado el otoño. Además, a veces, los párrocos añadían notas justificativas de la disminución del importe de los diezmos, notas que vienen bien para conocer la temperie del año e incluso la calidad de los frutos.
De los muchos testimonios recogidos se cita como ejemplo lo que escribía el párroco de Castro Urdiales al pie de la Tazmía:

”En este año de 1816 se presentaron las viñas con una muestra mediana muy irregular. Se arrasaron bastante en el brote, que comenzó a fines de marzo o más adelantado (…) fue todo el año húmedo y frío con cuyo motivo, paulatinamente, antes de la flor que fue en Julio, se perdió la mayor parte del fruto. La uva que se salvó, silvestre, tuvo últimamente en fines de Agosto un pedrisco tan copioso que arrasó desde Islares hasta el primer brocal del arenal. Con iguales accidentes se hizo la recolección de lo poco que quedó, en 8 de noviembre, vendimia que no se ha visto tan tardía y tan pobre (…)”.

Es importante tener en cuenta que la región cántabra fue tierra de vino, hasta que la mejora de las comunicaciones terrestres permitió la entrada de otros caldos de mejor paladar, que llegaban de Castilla y La Rioja, compitiendo con el chacolí autóctono en calidad y precio. En las zonas de Noja, Isla, Meruelo, Argoños, Santoña, Limpias y Castro hacían chacolí para su consumo y lo mandaban en cantidad considerable a Santander. También se exportaba a Méjico y a Cuba, donde los nostálgicos emigrantes de la tierruca pagaban el chacolí cántabro al precio de los mejores vinos de Burdeos. Las actas del Cabildo de Santander de 6 de noviembre de 1816 dejaron constancia del acuerdo municipal de suprimir el aforo de chacolí porque “se había perdido la cosecha”. En varias actas sucesivas de aquel año se da noticia de la escasísima recolección de maíz y otros productos agrícolas.

En 1854 Aureliano Maestre de San Juan publica la Novísima Guía del bañista en España en la cual indica las zonas espaciales marítimas más frecuentadas, dentro de la época que correspondían los baños de ola o de mar. En ella se cita la Playa de Arenillas como uno de los centros de baño del Cantábrico.

Durante la Guerra Civil las tropas del ejercito republicano huyeron, tras la caída de Bilbao, hacia Santander. Antes, el 2 de abril de 1937 el acorazado de los sublevados «España» bombardeó la costa de Islares tratando de inutilizar el puente del Pontarrón. Ese mismo verano, en el Pontarrón, se firmó el Pacto de Santoña el 24 de agosto de 1937 entre dirigentes políticos vinculados al Partido Nacionalista Vasco y los mandos de las fuerzas italianas que combatían en apoyo del bando franquista.

Nido de ametralladoras en Erillo
Nido de ametralladoras en Erillo

Durante la postguerra uno de los hechos más notables fue el asesinato de Francisco Bedoya Gutiérrez, más conocido como Paco Bedoya o simplemente Bedoya, maqui que durante años luchó contra el franquismo emboscado en las montañas de Cantabria. El 2 de diciembre de 1957 una emboscada en el Pontarrón de Guriezo lo hirió y aunque consiguió huir y llegar a las faldas de los montes de Islares, murió desangrado. En la carretera nacional 634, casi a la llegada al camping de Islares viniendo desde Santander hay un memorial en su recuerdo.